Si. Tú.

Háblame. Dime que vuelves. Dime que deseas esto tanto como yo. Ni mañana ni en cien años, ahora, dando vueltas en tu casa y sin poder dormir, pensando en cada momento que pasamos juntos, en cada mirada, en esa cara que dices que pongo cuando tú me escribes. Háblame por que yo te espero. Por que vivo y no hay otro igual. Por que tu último mensaje fue un beso, y es todo lo que yo deseo.

Pues era un millón de pequeños detalles, y al sumarlos todos se veía que estábamos hechos el uno para el otro. Y yo lo supe, lo supe la primera vez que la toqué. Fue como llegar a casa, sólo que a una casa que nunca había visto, y fue al darle la mano para ayudarla a bajar de un coche...Y lo supe. Fue como... Magia.

Ya no.


Y aunque aprecio tu compañía, ya no me duele cuando no estás.