No hay que olvidar.
Un día cualquiera, en una ciudad cualquiera,
De un país cualquiera, nació una niña preciosa.
Sus maravillosos ojos lo miraban todo con curiosidad.
Y cuando empezó a caminar por la ciudad
La dijeron que para ser guapa había que llevar vestidos bonitos,
Y dejó de sentirse guapa si no llevaba un lindo vestido.
Y la dijeron que si cambiaba el color de su piel, sería más guapa,
Y la enseñaron a maquillarse y dejó de sentirse guapa si no iba maquillada.
La dijeron que para ser guapa tenía que ser más alta,
Y se puso y sufrió sus primeros tacones,
Y se sentía bajita, enana, si no llevaba tacones.
La dijeron que para ser guapa tenía que ser delgada
Y ya nunca pudo comer lo que le gustaba sin sentirse culpable.
Y la dijeron que su pelo…
Y la dijeron que su cintura…
Y la dijeron que su pecho…
Hasta que aquella niña se sentía tan fea
Que todos los días necesitaba hacer grandes sacrificios
Para sentirse un poco más guapa.
Y en esa inseguridad, dejó de moverse con armonía y elegancia.
Terminó por estropearse la piel, maquillándose a diario.
Destrozarse los pies al llevar tacones muchas horas.
Desnutrirse al mantenerse extremadamente delgada.
La habían enseñado a no quererse como era
A necesitar cientos de añadidos ortopédicos
Para ser digna de los demás,
Hasta que empezó a temer que los demás
Descubrieran cómo era ella en realidad y,
Sintiéndose fea, se enamoró de un chico
Que la trataba como si ella no fuera digna de él
Y a ella le parecía normal
Y sintiéndose así, fea, sin aceptarse a sí misma
Permitió que la maltrataran.
No olvides nunca que la verdadera belleza es una actitud
Y que eres increíblemente preciosa cuando eres auténtica.